1º La Salida

19.08.2017

Después de días de ajuste con la bicicleta, elección de ropa y cosas para emprender el viaje, el cual tuvimos que retrasar la salida por la fuerte nevada del 20 de enero;

Tres días después em­pacamos todo y salim­os.

Eran las 16:00 y en poco tiempo anochece­rá, pero eso no nos detuvo para comenzar la aventura, los ne­rvios a flor de piel, dejamos las llaves de la casa así que regresar no es una opción, con miedo pero a la vez alegría, empezamos a pedalear, todavía quedaban placas de hielo en la calzada, casi nos hace caer con apenas 100 metros pedaleado­s, nos costaba mucho mover las bicicletas por el peso que llevábamos.

Tomamos el camino que había frente a la casa, que nos lleva en dirección a la siguiente aldea, (el rey niño). Con tanta emoción junto con la falta de experiencia no miramos ningún lugar para dormir, así que con cada persona que nos cruzamos le preguntábamos, algunos no sabían otros decían que en cualquier lugar podíamos, no satisfechos con las respuestas continuamos, mirando en el mapa no veíamos nada convincente tampoco, al llegar a la aldea nos cruzamos con un señor que nos dijo detrás de una finca abandonada alejada de la carretera, sin dudarlo un momento nos dirigimos allí.

Con el estrés de haber partido, junto a la emoción nuestros cuerpos y mentes estaban derrotadas, aunque hicimos pocos kilómetros la sesión era de haber pedaleado todo el día.

Así que cenamos unos restos que nos habí­an sobrado del almuerzo, montamos la tienda y nos acostamos, el frío que hacía en el exterior no apetec­ía estar fuera.

Dormimos forrados ha­sta las orejas, gorr­o, ropa térmica pero aún así girarnos de­ntro del saco era una tortura, ya que se enfriaba muchísimo y la sensación era como darse la vuelta en un bloque de hiel­o.


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